Ser responsables es aparentemente una cosa buena. Sin embargo, para que sea positivo para nosotros tienen que ocurrir tres requisitos.
Primero debemos recordar que sólo debemos ser responsables de las cosas que son nuestra responsabilidad. Si nos hacemos responsables de cosas, personas o tareas que no son nuestra responsabilidad, nos haremos daño a nosotros mismos y a aquellos que consciente o inconscientemente no se están haciendo responsables de sus tareas. Si hacemos algo que es responsabilidad del otro, a la larga no tendremos tiempo de ser responsables de nuestras tareas y por ser responsables para ayudar a los demás, podremos caer en el error de dejar de lado cosas de las que sí somos responsables. Esto que parece un trabalenguas es un concepto muy sencillo de entender. Imaginad que entráis en un trabajo y os dan 10 tareas, pero luego os dais cuenta de que hay una persona que no le da tiempo a hacer sus tareas y empezáis a ayudar a esta persona con 2 tareas para que no la despidan. En breve, la otra persona después de agradecerlo un montón no sólo no te lo agradecerá si no que dará por hecho que, por vuestra amistad, tú debes seguir haciendo dichas tareas. Al mismo tiempo, por ayudar a tu amigo, llegas más tarde a casa y empieza a no poder ayudar a tus hijos en sus tareas de la escuela, y en poco tiempo, tu jefe además te da dos tareas más. En unos meses, seguramente cansada de la situación decidirás hablar con tu amiga para solucionarlo, pero quizás a tu amiga la han subido de categoría porque hacía todo mucho más rápido. Ésta fábula basada en un caso real podría ser ejemplificadora de muchas vidas. Nos hacemos responsables a menudo de tareas de otros, de familiares, amigos, vecinos, incluso de nuestros propios hijos y es un error.
La segunda condición es además de recordar que debemos hacer lo que debemos cuando debemos (ni antes ni después), es importante saber que debemos responsabilizarnos primero de las cosas que son imprescindibles: cuidar de mi salud (comiendo, durmiendo y haciendo deporte adecuadamente), obtener, crear y cuidar una actividad o trabajo que me haga feliz, cuidar a mi familia (si la tengo), tener y cuidar a mis amigos, tener si así lo deseo una buena pareja con la que compartir una vida feliz, tener y cuidar hijos si lo deseo, tener y cuidar mi dinero, tener y cuidar de mi ocio, tener y cuidar de mis actividades intelectuales o culturales, tener y cuidar un hogar, tener y cuidar mi relación con la sociedad, mi país, mi mundo y mi vida espiritual si la tengo. Y una vez todo esto este cuidado, de forma que vivamos en paz, armonía con el entorno y con unas relaciones personales amorosas, entonces podremos ayudar a los demás.
La tercera condición para gestionar la responsabilidad es ayudar a los demás cuando sea pertinente. A su vez, este concepto puede mezclarse con la pena y con la culpa. Para ayudar a alguien deben darse además tres condiciones: primero que esa persona nos pida ayuda, no conviene ayudar a personas que no nos piden ayuda porque, de nuevo, esto implica el error de responsabilizarse de algo que no es nuestro. El segundo requisito es que nosotros en ese momento la podamos dar. No conviene ni es eficiente responsabilizarse de algo cuando nosotros no hemos acabado las tareas del día, mes o año pertinentes a nuestra vida (trabajo, casa, hijos, familia, amigos etc.). Lo tercero es que sea conveniente dar ayuda a esta persona porque realmente no puede responsabilizarse en ese momento. Esto significa que si alguien me pide ayuda y además yo se la puedo dar en ese momento porque tengo energía, ya he acabado todas mis tareas y responsabilidades y me encuentro bien, no siempre es conveniente darla. Para saber si es o no conveniente debo observar si esta tarea es algo primordial de la persona o es algo excepcional. Si yo por ejemplo paso a cuidar de la perrita de mi vecina un fin de semana porque su padre se ha puesto enfermo y debe ir a otra provincia, esto parece razonable. Sin embargo, si mi vecina me pide ayuda para cuidar a la perrita y yo termino sacando a la perrita todos los fines de semana mientras ella se va con su pareja o sus amigos, esto ya no es una situación excepcional.
Estos conceptos son muy importantes para aclarar para que a menudo por miedo, por pena a los demás o por culpa, asumimos roles que de verdad no debemos asumir.