La alegría natural es un derecho inherente al ser humano. Es nuestra esencia y nuestro verdadero ser. Cuando uno está relajado, abierto y en calma, es porque ha contactado con entidad de su existencia, y ésta no se haya dominada por los miedos mentales que vienen del pasado o se proyectan en el futuro.
¿Y qué es eso de la alegría natural? Es algo más que pasear conscientemente por el campo y tocar las flores, sonreír a un desconocido o cantar bajo la ducha. Significa darse cuenta de que somos las flores, el desconocido y el agua que nos cae por la espalda. Somos consciencia en esencia: infinitos, únicos y bellos. Al mismo tiempo, vulnerables y transitorios como todas las formas de vida en el planeta. La alegría natural es amar al otro porque te amas a pesar de tus defectos; perdonar al otro porque tú mismo te has perdonado y ya no te juzgas. Es esforzarse por lo importante y dejar lo superficial, abrazar tus deseos y conectar con lo que te mueve, respetar al otro porque te respetas, escuchar al a otro porque te escuchas, ser dulce con el otro porque lo eres contigo mismo y vivir desde el amor y la verdad.
Sin embargo, para muchas personas no es fácil vivir desde el ser, la verdad y el amor. ¿Qué nos separa de la alegría natural? El miedo, la ignorancia y el mal. La ignorancia nos hace ir a lugares donde sufriremos y empezaremos a tener miedo de la vida. El miedo nos hará crear más mentiras y creérnoslas. El exceso de miedo nos lleva al mal.
La vida tiene sus propias reglas y debemos encontrar la verdad dentro. No podemos comprender cómo hacer un buen pastel sin pasión y amor por los pasteles. Tampoco es posible impartir una buena conferencia sin amor sobre el tema del que hablamos. Es muy complicado diseñar un buen puente si no tenemos pasión por el diseño y conocimientos de ingeniería. Por ello, hay una verdad que se alcanza con el estudio y que puede venir de fuera a través de maestros y compañeros de vida. Además existe una verdad que sólo nosotros podemos alcanzar: la verdad sobre quiénes somos y qué nos hace felices. La verdadera unión de todos es la que nos lleva a ser más felices y en esa búsqueda encontraremos la verdad. Puede que no la felicidad completa, pero sí la verdad.
A través de la verdad hay una alegría sutil y serena. No es euforia ni histeria, pero sí esperanza. Cuando tocas la verdad, sabes que esto es solo transitorio, que ni el cuerpo ni la misma vida nos pertenecen. Estamos aquí por un momento y es una oportunidad de crecer y ser, no de hacer y sobrevivir.
El coaching consciente nos da herramientas para comprender esto, para entrenarnos y tener objetivos profundos que mueven al ser a otro estado de consciencia donde podemos despertar. Esta fantástica técnica nos ofrece pautas para comprender qué somos y qué no, qué podemos hacer y qué no, cual es nuestra responsabilidad y cual no lo es, qué nos merecemos y qué no, y cuánto valemos.
Si las personas fueran conscientes de su potencial no malgastarían su vida viviendo en una jaula, abrirían la puerta y echarían a volar.
Irina de la Flor
Directora de «Lo mejor de mí»
Fundación Vivo Sano