Lo frágil y lo débil es comúnmente asociado con un estado del ser incipiente o en desarrollo como ocurre con las primeras etapas de crecimiento de los seres vivos. Y si bien es cierto, que los niños, los bebes, los recién nacidos o los infantes son frágiles y sensibles, la capacidad de ser conscientes de nuestra vulnerabilidad es un potente instrumento que nos conecta con una parte esencial de nuestro ser.
Como la muerte, nuestra vulnerabilidad y la posibilidad de extinguirse en cualquier momento de nuestras vidas aporta objetividad y valor a cada momento de nuestra existencia. Aporta objetividad porque nos permite ser conscientes de lo frágil que es la vida en general y nuestra vida en particular, aporta una especie de igualdad de condiciones con todos los seres vivos y nos permite desplegar nuestra compasión. Da valor porque nos hace cuantificar que cada momento es una oportunidad para ser con plenitud, para estar en el momento presente, sentirnos plenos y en paz, y según nuestras circunstancias dar lo mejor de nosotros mismos a aquellos que nos necesiten.
Lo frágil es la máscara de nuestra grandeza, lo que nos hace nobles y dignos. Si fuéramos dioses y no muriésemos, no encontraríamos valor en el bombero que arriesga su vida para salvar a una persona, ni en una madre que perdona al asesino de su hijo, no encontraríamos valor en una persona que lucha por los derechos de los más desprotegidos o en aquellos que defienden la verdad y la justicia.
Lo frágil es por tanto una parte importante de nuestra esencia y está en conexión plena con el Amor más puro, la gracia más alta, la paz más profunda y la grandeza de nuestro ser. Es por esto que buscar la fragilidad en el enfado del otro, en la tristeza, los celos, la envidia o el rencor, es una vía que nos acerca a la contemplación de nuestra propia naturaleza y que nos permite despertar a través de la compasión con el otro y sentirnos Uno. Uno con todas las personas de nuestro planeta, y con los seres vivos y sintientes. Uno con los gorilas que deben huir en el Congo por la deforestación, Uno con los inmigrantes que huyen de las injusticias de sus países en busca de una vida mejor, Uno con los millones de refugiados que viven con un futuro incierto, Uno con todos los que sufren violencia, Uno con quienes no encuentran paz dentro de sí, Uno con quienes no se valoran, Uno con quienes no se respetan ni se aman. Uno con las mentiras que nos contamos y con el sufrimiento que co-creamos.
Lo frágil es bello, es tierno y es absolutamente necesario, es la cara oculta de nuestro poder, de nuestra grandeza. Si amamos, respetamos y glorificamos lo débil, haremos justicia con nosotros mismos.