Nuestra vida la vivimos desde varios planos. A veces la vivimos a través de nuestras emociones, otras a través de nuestros pensamientos, y algunas veces, las que menos, desde el corazón abierto y presente.
Sin embargo, la mayoría de nosotros vive en automático y de alguna forma, como todos vivimos en la locura de lo no presente, lo normalizamos y lo consideramos por ello como algo totalmente aceptable.
Si tuviéramos la posibilidad de mirar con profundidad nuestras vidas, no las viviríamos así. Nuestra mente, una herramienta fantástica que opera preocupándose por lo que va a ocurrir en el futuro, o rememorando lo que vivió en el pasado tiene demasiada fuerza y no tiene capacidad para desactivarse a sí mismo. El corazón, que vive en el espacio energético creado por la mente, está sin una guía consciente, a merced de las tormentas, huracanes y agujeros negros que ésta crea. Por su parte, el cuerpo es el único que no tiene la posibilidad de mudarse al pasado o al presente y sufre frustrado porque dos de sus compañeros nunca están con él, en el aquí y en el ahora.
Sin embargo, todo esto tiene una solución. La paz es la base de una vida plena y con sentido. Si no podemos estar tranquilos para sentir la propia energía personal, base de nuestra vida, no podremos nunca sentir felicidad ni plenitud. Desde una mente no entrenada es fácil sentirse ansioso, desesperado, aburrido, celoso, o atormentado. Pero si no sabemos cómo entrenarla, no podremos salir de nuestros patrones de pensamiento asociados a nuestros patrones emocionales y nunca podremos experimentar nada más allá de lo que ya conocemos.
¿Cómo empezar?
Un punto de partida es comprender la importancia y la relación que tienen nuestros tres cuerpos, psíquico, emocional y físico, con el tiempo. Si nuestra cabeza está en un lugar, nuestro corazón en otro y nuestro cuerpo en otro, no hay armonía ni concentración, y nuestro poder se dispersa. Sin embargo, cuando nuestra cabeza está en el presente, y también nuestro corazón y nuestro cuerpo físico, entonces no sólo tenemos poder, si no que conectamos con algo más fuerte que nosotros mismos. Si conseguimos liberarnos de nuestros miedos y encontrar algo que nos encante hacer, que nos llene de alegría y energía y, a la vez, llene de alegría y energía a un gran número de personas, entonces estaremos en el camino correcto.
Si nos observamos, esto parece sencillo, pero en realidad no lo es. Una persona media se pasa más del 90% de su tiempo repensando pensamientos que ha tenido el día o los días anteriores, o lo que es lo mismo, más del 90% de los pensamientos son recurrentes. Además, la mayoría de ellos son negativos y para ser más preciso, además más del 90% son inconscientes. Esto significa que no somos conscientes ni de lo que pensamos, ni de que estos pensamientos son repetidos, y que la mayoría son negativos.
Por ello, todas las técnicas que nos permitan traer a nuestras mentes al presente son de gran ayuda. La meditación es una técnica fantástica para conectar con el presente. Las actividades de mindfulness y las técnicas de coaching consciente también. Solo debemos aprender: observar lo que pensamos, lo que sentimos, la energía interna del cuerpo. Es fundamental para sentirnos bien. Hasta que no sepamos qué hay al otro lado de una frase que nos sale, un enfado, o una mirada, no podremos nunca estar a cargo de nuestra paz. Y nuestra paz es, sin duda, lo que necesita el hombre para vivir.
Irina de la Flor. Directora de Lo Mejor de Mí
Fundación Vivo Sano